Anima es una obra estilizada y simétrica que evoca la esencia de motivos antiguos y tribales. En el centro, se destaca un rostro con rasgos pronunciados, que incluye ojos grandes y un triángulo que representa el tercer ojo, rodeado de patrones decorativos que sugieren un profundo simbolismo.
Justo debajo del rostro, un objeto en forma de llave, adornado con diseños elaborados, añade un elemento de misterio y conexión con lo desconocido.
La composición entera está enmarcada por intrincados patrones geométricos que aportan estructura y ritmo a la obra. La paleta de colores se mantiene principalmente en tonos monocromáticos, con matices de negro y blanco que intensifican el impacto visual y refuerzan la atmósfera mística.